domingo, 28 de octubre de 2007

Una verdad incómoda


Durante varios días estuve pensando qué me iba a regalar por mi cumpleaños. Es una tradición convertida en norma que nunca me salto. Así que en ese ritual cumpleañero, que ya me conocéis, pasé semanas dándole vueltas a eso que a Jony le hizo tanta gracia del "autoregalo". Tenía varias cosas pensadas como la wii, una cámara de fotos digital, un i-pod o unas asics chulísimas que ví en la playa con los colores de la bandera alemana... ¡ah! y una chaqueta de deportes con la bandera cubana, pero al final opté por lo que más necesitaba, lo que me llamaba desde dentro, lo que era inherente a mí, la necesidad de expresarme, de escribir lo que siento y pienso. Y por eso una vez más estoy otra vez aquí. Por qué no seguir con lo que había empezado antes, con las palabras de tantos meses, con tantos posts. Sencillamente porque una etapa se ha quemado. Y hoy y aquí ha empezado otra nueva, que será buena o mala, pero que no será dificíl, sencillamente será nueva. Y todo lo nuevo nos parece a menudo complicado, arduo e imposible, pero con seguridad sé que no es así. De esta manera estreno mis 27 primaveras. Quizás éste sea un año lleno de cosas por pasar, de una página en blanco que pocas veces escribo yo solo de mi puño y letra. Quizás también, como dije ayer, la vida "no entiende de días ni fechas" y las cosas suceden y uno se tiene que adaptar a lo nuevo y empezar a ser lo que tantas veces quiso: Uno mismo. No es fácil ser como uno quiere y es. Muchas veces hasta que maduramos somos como los demás queremos que nos vean, pero a medida que pasan los años, que contamos experiencias, que nos cruzamos con personas que marcan nuestra vida aprendemos a ser nosotros. Aprendemos a ser "una verdad incómoda". Podremos gustar o no, pero seremos nosotros mismos, sin tapujos, sin rarezas, sin complicaciones. De frente. A veces las verdades nos hacen llorar y no entienden tampoco de días ni de celebraciones, pero las verdades nos hacen fuertes. Y hoy empieza una. Las verdades siempre nos tienden un puente de plata para cruzar a la otra orilla, esa orilla que nos hace ser mejores. Nos podremos equivocar pero esos errores asumidos nos harán mejores personas. Y así me siento yo con la fuerza necesaria para saber que por fin ha llegado. No siempre encontraremos respuestas a las preguntas, pero habrá que adaptarse y vivir con la incógnita acerca de por qué ni Kyle ni yo tenemos ombligo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta que vuelvas....... aquí estare cada día para leerte. Un abrazo. Alvaro.

Kyle dijo...

Muuuuuuuuuuchas gracias. Yo soy como los grandes artistas, que siempre digo que me retiro pero siempre vuelvo. Y lo prometido es deuda y tenía muchas ganas de volver, de escribir, de contar tantas cosas que me han pasado estos meses... el miércoles os espero! ! por cierto, por fi, mandadme la foto con Hugo.